domingo, 26 de octubre de 2008

Resaca de domingo

¡Hola a todos!
El domingo... ¡cómo odio el domingo!... Desde luego Dios se cubrío de gloria con la creación del domingo. Para mí, el domingo es el día más triste.
Empezando por la resaca, porque cuando te levantas el domingo, te empiezas a dar cuenta de que te duele mucho la cabeza o que tu estómago es más inestable que el IBEX 35, y piensas para tus adentros "que no dure mucho, por favor"... pero dura, y dura, y dura, y dura (Sí, como conejito de Duracel, que el jodido nunca se apagaba). Pero aun hay más, porque derrepente te empieza a doler la rodilla o el codo o otro hueso cualquiera, y piensas "¿Por qué me dolerá esto ahora?" y entonces aparece tu respuesta en forma de flashback: vale me caí.
Después de analizar toda la situación, de recordar momentos ridículos, de poner a Dios por testigo de que nunca jamás volveré a probar una gota de alcohol, y de tomarte un par de pastillas, ya empiezas a encontrarte mejor, y entonces viene otra de las razones por las odio el domingo... Todos los comercios están cerrados... pero tu tienes que comprar algo para comer, por lo que no te queda otra que aguantar la kilométrica cola de un Abierto 24 horas, que parece que regalen los productos (aunque más bien podría afirmarse lo contrario, porque... joder como suben los precios).
Y ya, por la tarde, una vez pasada la resaca, tras estar tres horas aguantando la cola del 24 horas, y después de comer esos deliciosos productos que tanto han costado de conseguir... viene la hora de ver una película después de comer... pero con qué te encuentras... con los peores bodrios que te pueden echar a la cara... que te dan ganas de darle una paliza a la televisión (sobretodo Antena 3, que si las demas echan películas de mierda, las de Antena 3 tienen a la de Sensación de Vivir de protagonista, que aun tiene más delito).
Tras haber aguantado la película (si no es un delito llamarlas así) de turno, decides que te apetece airearte un poco, y te vas, con los amigos, a tomar una cervecita por ahí (olvidando la promesa que acabas de hacer hace menos de 8 horas). Y mientras estás con tu cervecita, viendo el fútbol y con tus amigos, crees que nada malo puede pasar, que estás de lujo... pero derrepente te das cuenta... ¡Mañana lunes!... ¡Otra vez!... y tobo el buen humor con el que estabas acabando el día te abandona, porque mañana empieza una nueva y larga semana...
Y me pregunto yo... ¿si Dios descansó el domingo, no le dio pereza volver a currar el lunes?... Por qué no creo el domingo bis: un domingo para descansar y el otro para hacerte a la idea de que el lunes viene después... y ¡ya está!
Todas estas razones, y en especial la útlima, fundamentan mi odio al domingo.
Bueno, desde este domingo que será igual que todos los demás, me despido hasta la próxima.

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